Hemos llegado a la conclusión de que los ordenadores tienen que ser capaces de realizar esas tareas que nos resultan pesadas o repetitivas de forma automática, ya que ellos no lo sufren. De esta forma hemos aprendido a manejar los bucles, los cuáles nos repiten las instrucciones que les digamos las veces que necesitemos, sin tener que repetir instrucciones o tener que realizar varias acciones.
Al programar nuestros bucles hemos sido capaces de hacer nuevas figuras, como estrellas de colores o círculos, de forma automática.

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